lunes, 22 de febrero de 2021

Gracias



Mientras yo canto con mis aves
tu vuelas con ellas.
Cuando yo vuelo con ellas
tu nadas con ellas
y cuando nado con ellas
te escondes en tu nido tal cual sabiduria.
Mientras
te espio tras las flores de curarire
te observo y aprendo.
Gracias por tu sabiduria,

Te amo

sábado, 30 de diciembre de 2017

Ese niño


 Ese niño
que nunca jugo;
que perdio todas sus lagrimas
de la vida en pocos dias,
por el hambre que lo atosigo,
por la caricia siempre esquiva
cambiada en bofetadas;
por las palabras escuchadas,
perennes,
eternas,
vestidas de insulto
y blasfemia,
a gritos,
sin silencios de amabilidad.
Ese niño
que en su rancho de palos
bajo lluvia sucia
y sin sueños,
toca una lata por tambora
en sinfonia con los disparos
y la muerte
que le camina tan cerca.
Ese niño
se murio joven,
demasiado joven.
Ese niño
mato lo unico que podia matar
a su edad:
su memoria.

Hoy es un esbirro.




PARAGUANA EN MI REGAZO


Te busco
en ese horizonte difuso
entre el cielo azulado
y la ocre arena
del desierto de Bajarigua

En las suaves ondas marinas
de la Laguna de Boca de Caño
y el estrepitoso chocar
del mar alebrestado
en San Roman

En la sonrisa del pescador
de atarraya llena de peces
y la mirada moribunda
de los mismos
en Tumatey.

En el piar tranquilo
de la hembra
y el jolgorio alegre del cardenal
en Montecano

En la neblina rizada de la cumbre
con sus llorosas bromelias
y la sabana verdosa de cujies
de los pies del Santa Ana.

En sus casas de barro
y sus pozos artesanos
donde el turpial acecha las cabras
que van al bebedero 
en Maquigua.

Brindo por el olvido de los pueblos
grandes de otrora.

Sonrio en el silencio de sus aldeas
grises, color ausencia

Lloro con los locos de Moruy.
Canto cuando en Cruz Verde
charla el agua de lluvia
con los yabos
mientras saluda a los lejos
tambien
el cuji centenario de Josefa Camejo
camino a las Carmelitas
buscando la quebrada Chirache
y el agua para su perfume de sabila
su maiz para pilar
y su vino de urupagua.

Alguien sueña con dulce de comojon
y mermelada de dato
en budare de piedra
por alla por Jacuque
y tan cerca, como a paso de burro
se junta la hueva de lisa
con chicharron de morena
en Bajabaroa.

Un viejo 
deja huellas de alpargata
entre cardones
buscando leña;
por si acaso;
el chuchube le anuncia
una racion de lluvia
de tres años sin mostrarse;
durara tres minutos;
suficiente para que brote
el humo de su leña en sus ojos,
el dolor en sus huesos,
sus pisadas mas marcadas
y unas lagrimas 
que se iran al cielo de Guarugua
donde
te busco









viernes, 29 de diciembre de 2017

LA NIÑA DEL COLUMPIO CON PIES DE POMARROSA





























Se fue un domingo por la tarde
con la lluvia fugaz.

Dejo su columpio de apamate
y sisal;
su olor a hierbabuena,
sus huellas de mastranto,
señalando un horizonte de moriches
y un caminito dorado
de luciernagas en celo.

Su capa
es un gris de cielo en decadencia
que batalla con el azul de otros mares,
de azucenas,
de peces voladores,
de soledades.

Lleva en un saco
su hambre y su sustento,
sus penas y sus risas
sus amores y sus alegrias.

Carga tambien  sus heroes
de menos de veinte años
y sus viejos inocentes;
sus pancartas de lucha
en estuches de hierro,
cobre y plomo.

Lo que mas le pesa
es la culpa,
ajena,
sin dueños,
sin autores,
cobardes y anonimos.

Su horizonte
no es verde militar
ni rojo sufrimiento;
es aguamarina
con sed de justicia
y luz de amanecer 
sobre picos nevados
y agua en rebeldia.

Su rumbo
la lleva al precipicio
donde con manos blancas
y seguras,
tomara de su saco
lo que mas le pesa;
lo que hace doler el alma,
lo que no puede mirarse sin dolor,
aquello que perturba su mirada
de niña, 
de futura madre.

Sin la rabia de la inocente,
dejara caer hacia el abismo
aquello que debe olvidarse.

El estrepito de la caida,
sera el grito de dolor
de un parto
con alegria.

En lejania,
sonara ahogado
el lamento
de quien se hunde
en lo que fue su miseria.

Su nombre es Matilde,
su apellido Venezuela;
Es mi niña del columpio
con pies de pomarrosa

que regala hierbabuena...

sábado, 31 de diciembre de 2016

2016


Te vas
con tus doce lunas llenas
y tus charreteras de soles.

Te llevas mis amaneceres,
cálidos unos, sombríos otros;
pesares pequeños,
dolores profundos,
tristezas amainadas
y risas batientes;
abrazos pocos
y besos latentes.

Todo en tí es circular,
hasta tus sombras.

Me dejas
lleno de memoria
lista para diluir;
vacío del poder
que nunca quise 
y que por no querer
estoy lleno;

Te vas
como siempre
hacia tu destino
de olvido,
convertido en historia
a veces escrita
para quien nace.

Déjame una arruga más
y te regalaré una lágrima.
Déjame una cana cenicienta
y te dedicaré un recuerdo.
Déjame ver a quien te sigue
y te amaré por las cicatrices
y las huellas de tu tiempo.

¡Vete ya!
¡Déjame mis huellas!








jueves, 26 de mayo de 2016

Diez años y un poco


























Pasó
tan solo ayer,
el ayer de otro tiempo,
aquel donde un niño
de pantalones con remiendos
de otro color
y pizarra bajo el brazo
llevaba el crudo del invierno
con ideas del verano
y sueños sin romperse.
Caminaba
con atisbos de un mañana
que aun no es hoy
y en su verbo no hay acentos
al final de la palabra.
Sabe que su sol está ahí
durmiendo sobre un colchón de nubes
que lloran por su peso,
o tal vez por lástima,
aquella que le da el frio
para no quedarse solitario;
y el niño mira a su lado
como los tojos beben de aquel frio
para volverlo amarillo en primavera.
Las olas,
con sus crestas de plata,
le susurran que hoy toca geografía
y que a lo mejor
no lleva su ración de palo
por no saber donde queda una comarca.
Su mundo es su pueblo;
mas allá
es tierra extranjera
que le dicen que también es suya;
pero en sus sueños
no está el caminarlas.
En su horizonte no hay tierra,
es líquido.
La tierra se derrite como cera
con el fuego solar
y su gamela, de mecha;
esa gamela 
que luego, anciano ya,
llamará "anduriña"
y lo llevará a cortar su mar
cuando amaine la tempestad.
Mientras,
un portazo le anuncia la mala leche
de un Don José...sin buenos dias.






domingo, 28 de febrero de 2016

Al hórreo























La noche guarda
perfumes de granos,
recuerdos de tierra
en hórreos de arcilla,
en sombras de niebla.

Descansa la vida,
la guarda la piedra

domingo, 21 de febrero de 2016

Marina la paraulata




















Le puse por nombre Marina como mi bella prima gallego-gaditana.
Marina hablaba el lenguaje del viento; por eso, cuando llegaba del sur bordeando la costa arenosa con su vuelo saltarín y se detenía sobre el tanque de agua al lado de la casa, se ponía a escuchar las historias que le contaba el sol naciente a su amiga la mar. Historias de su paso por el otro lado del mundo mientras la mar dormía.
Marina no cantaba como el vecino gallo de pelea de mi amigo Chogollo, o como lo hace la mayoría de las aves al amanecer buscando compañía. Nunca supe si era porque le gustaba la soledad o tal vez simplemente por ser una oyente empedernida. En todo caso, en los diez días que me estuvo visitando jamás le escuché una sola nota.
Al poco tiempo, saltaba a tierra y se paseaba a pequeños saltitos y caminatas cortas delante de mí que la contemplaba mientras tomaba el café mañanero sentado al borde de la casa. No estaba apurada por comer. Solo disfrutaba la arena y la corta grama fresca que le quitaba el agarrotamiento de sus patitas, endurecidas por el agarre nocturno a la recia rama de cují que le servía de cuna.
Se hacía la desentendida con los granos de arroz cocido que yo le arrojaba y poco tiempo después, miraba con altivez y cierto desprecio a las palomas caseras que llegaban a disputarse ese mismo arroz. Esas palomas eran para ella  extranjeras y tontas. Solo estaban pendientes de donde habían turistas para engullir cualquier trozo de comida que cayese y eran incapaces de sentirse a ese mundo entre marinero y campestre. Seguirían segun ella, siendo eternas mendigos.
A los gorriones los evitaba, eran extranjeros astutos que siempre andaban en bandada y a pesar de sentirse superior en fuerza y destreza, discutir con uno era discutir con la bandada. A ellos sin embargo, les concedía su benevolencia porque al fin y al cabo, tenían a sus crías en la cercanía y mal que bien, esos descendientes terminaban rompiendo su paisaje de monotonías.
Las demás aves, generalmente marinas, eran para ella pinturas móviles en su eterno techo de azules.
Hacía su recorrido por la tierra, meticulosamente. Buscaba semillitas y no despreciaba los pequeños insectos que no alcanzaban a ocultarse de su mirada penetrante y al mediodía, justo después del almuerzo y cuando me retiraba a tomar una siesta, Marina entraba a la casa a revisar las cercanías de la mesa a ver que había comestible. Ella no sabía que yo me ocultaba para espiarla en sus andanzas.
Iba siempre cara al viento, excepto quizás al atardecer cuando el viento arreciaba un tanto y sucedía entonces que jugaba a ser un mimo. Se ponía de lado y su cola, normalmente derecha con su cuerpo, se doblaba hacia un costado impulsada por la brisa y se ponía a perseguirla, como hacía mi perro Chico con su rabo. Nunca sabré si pensaba que era otra paraulata a quién perseguía o era tan solo el placer de tratar de alcanzar lo inalcanzable.
Contrario a los enamorados, no le gustaban los ocasos que le apagaban sus azules y sus verdes. Se iba a dormir como los niños con desgano.
Rumbo a su cují, creo que suspiraba en silencio...Seguiría esperando su momento de cantar.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

No quiero preguntarlo



No se donde naciste
en mi corazón peregrino.

Tampoco cuando
nació en tu corazón.
No quiero preguntarlo
porque quiero celebrar
tu cumpleaños
todos los días , cada segundo.


No se como entraste
por la puerta de mi vida.

No se como entré
revoloteando mariposas.
No quiero preguntarlo.
No vaya a ser que escapen
pidiendo libertad.

No se mirarte
sin sentirme bendecido.

No se como tu mirada
me ilumina como el sol.
No quiero preguntarlo.
No lo quiero celoso
negándome a su día.

No se hablarte
sin sentirme tartamudo.

No se como tu voz
le coquetea al viento.
No quiero preguntarlo.
Adoro esos torbellinos 
de voz, niña, mujer.

No se nada de tí
y sin embargo.

No quiero preguntarlo
porque nada en tu pasado
me alejará de tí.