Te vas
con tus doce lunas llenas
y tus charreteras de soles.
Te llevas mis amaneceres,
cálidos unos, sombríos otros;
pesares pequeños,
dolores profundos,
tristezas amainadas
y risas batientes;
abrazos pocos
y besos latentes.
Todo en tí es circular,
hasta tus sombras.
Me dejas
lleno de memoria
lista para diluir;
vacío del poder
que nunca quise
y que por no querer
estoy lleno;
Te vas
como siempre
hacia tu destino
de olvido,
convertido en historia
a veces escrita
para quien nace.
Déjame una arruga más
y te regalaré una lágrima.
Déjame una cana cenicienta
y te dedicaré un recuerdo.
Déjame ver a quien te sigue
y te amaré por las cicatrices
y las huellas de tu tiempo.
¡Vete ya!
¡Déjame mis huellas!