jueves, 26 de mayo de 2016

Diez años y un poco


























Pasó
tan solo ayer,
el ayer de otro tiempo,
aquel donde un niño
de pantalones con remiendos
de otro color
y pizarra bajo el brazo
llevaba el crudo del invierno
con ideas del verano
y sueños sin romperse.
Caminaba
con atisbos de un mañana
que aun no es hoy
y en su verbo no hay acentos
al final de la palabra.
Sabe que su sol está ahí
durmiendo sobre un colchón de nubes
que lloran por su peso,
o tal vez por lástima,
aquella que le da el frio
para no quedarse solitario;
y el niño mira a su lado
como los tojos beben de aquel frio
para volverlo amarillo en primavera.
Las olas,
con sus crestas de plata,
le susurran que hoy toca geografía
y que a lo mejor
no lleva su ración de palo
por no saber donde queda una comarca.
Su mundo es su pueblo;
mas allá
es tierra extranjera
que le dicen que también es suya;
pero en sus sueños
no está el caminarlas.
En su horizonte no hay tierra,
es líquido.
La tierra se derrite como cera
con el fuego solar
y su gamela, de mecha;
esa gamela 
que luego, anciano ya,
llamará "anduriña"
y lo llevará a cortar su mar
cuando amaine la tempestad.
Mientras,
un portazo le anuncia la mala leche
de un Don José...sin buenos dias.






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