domingo, 12 de enero de 2014

Un mundo en rufo

 
No necesitas el amarillo cuando no expones tu pecho o tu lomo a un sol naciente o poniente; ni lo necesitas cuando no te mantienes entre araguaneyes o veras, o entre cañadas, chaparros, mucutenos o san franciscos cuando explotan con sus amarillas flores.
No necesitas un azul cuando el cielo no es tu techo en tus muy cortos vuelos o el mar no deja sus murmullos en tus oídos por vivir en su lejanía.
No necesitas el verde de las praderas frescas porque no eres amigo de las vastedades ni de mantenerte entre las brillantes y nuevas hojas de las copas de los árboles.
Tu mundo es rufo como las hojas cuando están muriendo y ofrecen su verde al olvido. Tu mundo es castaño como la tierra con sus tapices de hojas muertas. Es terracota como la arcilla expuesta que queda como huella del agua que por allí pasó. Tienes los grises de las espinas y las cortezas con sus pliegues y repliegues que esconden como una gran alacena tu comida favorita. Y es que además sospecho que los insectos de tu dieta son insensibles a los rojos e infrarrojos.
Así es el mundo de esta hermosa familia llamada Troglodita, imagino que por sus hermosos nidos; globosos, con entradas retorcidas, en forma de caverna y grandes para el tamaño de estas avecillas.
Unas veintiséis especies tiene la familia de los cucaracheros en nuestro País y en ninguna de ellas está presente el amarillo, el verde o el azul.
Les dejo en mi foto un ejemplar de cucarachero rojizo (Thryothorus rufalbus). No muy común de ver y menos de fotografiar.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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