domingo, 31 de marzo de 2013

Cariño en primavera

Foto cortesía: Luis Rubido

CARIÑO EN PRIMAVERA

Los frios del invierno pierden fuerza;
la lluvia solo es ya curiosidad
que se vuelve tímida y dispersa
y juega con el dia a la amistad.

Llueve ligerito...
pero es agua que comunica vida.
Las manos ya se atreven con la tierra,
hundiendo entre los surcos las semillas,
que cambiarán los colores de la sierra.

Pequeño agujero...
donde entra el trigo como grano,
las coles, las patatas y el maiz;
lucharán en su nacer contra el gusano
que intentará comerse su raiz.

Hay prisa...
entre aquellos animales cuya vida,
la cuentan por dias, no por años;
solo nacen y ya están de despedida;
lo breve de su vida es un extraño.

Vida veloz...
la de aquella colorida mariposa
que busca alimentarse de la flor;
errática, brillante, presurosa;
es efímero su tiempo del amor.

Y mientras...
las manos preparan la cosecha
quitando la mala hierba con la hoz;
golpea el bajo tallo, la derecha
y sucumbe la maleza al golpe atroz.

Con arados...
los hombres abren surcos encorvados;
las mujeres les hacen compañía.
Son terrenos pequeños, limitados
que regalan al paisaje simetrías.

Sembrando vida...
también el abuelo está en su huerta
revisando los brotes de las coles;
aprovecha de cortar con mano experta,
a mi abuela, las mas hermosas flores.

De regreso...
la costumbre lo lleva a sus caminos;
el próximo destino es su mar;
la verá sin tantos remolinos
invitándolo muy pronto a navegar.


A lo lejos...
ya están chillando las gaviotas
y las olas rompiendo suavemente,
la mar está sintiendo la derrota
de un invierno que muere lentamente.

Inundación de amor...
que invade los espacios de mi pueblo.
El agua de su fuente aun sigue fria
esperando la caricia de un sol nuevo
que convierta su frio en alegria.

Mientras aun...
los árboles desperezan su amargura
pariendo nuevas hojas verde claro;
convertirán el desierto en espesura
y las aves perderán su desamparo.

En el campo...
comienzan a llegar las golondrinas.
Ya exhibe el blanquinegro las urracas
y los trinos de los mirlos con voz fina
se unen al tordo en su alharaca.

Las aves frias...
inician su retorno al septentrión.
Regresan los jilgueros a sus prados
uniendose en el coro al gorrión
que enamora a su amada emocionado.

Los hombres...
apuran la siembra de sus campos
y mi abuelo se une a esa alegría;
las mujeres se sacuden ya sus mantos
y el color de su ropa es poesia.

Ahora camina...
rapidito el sendero de la rada
buscando la gamela en lejanía.
Perdió el frio su espalda encorvada
y es su sombra, una mancha en rebeldía.

A lo lejos...
ve las olas que envejecen su furor
llegando cansadas a la orilla;
ya no grita el viento su dolor;
su rugir, se vuelve voz sencilla.

Sobre él...
su eterna boína ennegrecida
acompaña a su chaqueta en su color
y ambas se ven agradecidas
del brillo devuelto por su sol.

En su rostro...
se distienden las arrugas de su cara
y regala a sus amigos su alegría;
en su boca una sonrisa nos declara
que en su mundo todo está en armonia.

La luz ahora...
borra grises y dibuja arcoiris.

Llega finalmente...
La primavera de los pájaros cantores,
la del tiempo del amaine de la mar,
de esa tierra saturandose de flores
bajo un cielo que desata sus pasiones
abrazando a mi pueblo en un besar.
Es Cariño, el de las gentes nobles
con su nombre convertido en un cantar,
de mujeres que aman pescadores,
y de hombres que serán los labradores
que abren surcos y ararán mi mar.






4 comentarios:

  1. Que belleza Alberto!!! felicitaciones!!, leyéndolo vivo ese hermoso pueblo, siento las gaviotas, el frío y a tus abuelos

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  2. Precioso Alberto,tú amor por " El Puerto de Cariño", nunca sé verá decaído.

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