Te busco
en ese horizonte difuso
entre el cielo azulado
y la ocre arena
del desierto de Bajarigua
En las suaves ondas marinas
de la Laguna de Boca de Caño
y el estrepitoso chocar
del mar alebrestado
en San Roman
En la sonrisa del pescador
de atarraya llena de peces
y la mirada moribunda
de los mismos
en Tumatey.
En el piar tranquilo
de la hembra
y el jolgorio alegre del cardenal
en Montecano
En la neblina rizada de la cumbre
con sus llorosas bromelias
y la sabana verdosa de cujies
de los pies del Santa Ana.
En sus casas de barro
y sus pozos artesanos
donde el turpial acecha las cabras
que van al bebedero
en Maquigua.
Brindo por el olvido de los pueblos
grandes de otrora.
Sonrio en el silencio de sus aldeas
grises, color ausencia
Lloro con los locos de Moruy.
Canto cuando en Cruz Verde
charla el agua de lluvia
con los yabos
mientras saluda a los lejos
tambien
el cuji centenario de Josefa Camejo
camino a las Carmelitas
buscando la quebrada Chirache
y el agua para su perfume de sabila
su maiz para pilar
y su vino de urupagua.
Alguien sueña con dulce de comojon
y mermelada de dato
en budare de piedra
por alla por Jacuque
y tan cerca, como a paso de burro
se junta la hueva de lisa
con chicharron de morena
en Bajabaroa.
Un viejo
deja huellas de alpargata
entre cardones
buscando leña;
por si acaso;
el chuchube le anuncia
una racion de lluvia
de tres años sin mostrarse;
durara tres minutos;
suficiente para que brote
el humo de su leña en sus ojos,
el dolor en sus huesos,
sus pisadas mas marcadas
y unas lagrimas
que se iran al cielo de Guarugua
donde
te busco
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